Cuando tu corazón palpita de emoción,
cuando tus ojos reflejan la ilusión,
Cuando tus manos tiemblan de excitación,
sabes que hay vida en tu corazón.
Cuando tu corazón palpita de emoción,
cuando tus ojos reflejan la ilusión,
Cuando tus manos tiemblan de excitación,
sabes que hay vida en tu corazón.
Paseando por la avenida una pequeña sonrisa atrae mi mirada, al rendirme a ella y regalarle toda mi atención mi vista es deslumbrada por un brillo encantador, no es amor es mucho mejor... Se llama inocencia... Se llama Ilusión...
Escuchando la realidad de personas intolerables me doy cuenta de que aún queda mucho que avanzar en el mundo para ser personas sanas mentalmente, sanas porque sus mentes perturbadas por su propia mentalidad primitiva no les hace ver más allá de un pensamiento racista en cualquier ámbito y efímero si la circunstancia lo requiere.
Por ese motivo he perdido la fé en la humanidad y sólo puedo seguir mi vida evadiendo lo demás aunque me afecte.
Con dolor o sin él, con pereza o con afán tienes que luchar, si te esfuerzas por lo que quieres todo esto se convertirá en paz y tranquilidad.
Un logro personal cuyo premio no se puede comparar.
Sólo un lapso en el tiempo me devolvió a ese momento en el acantilado, con la luna de testigo tomé tu mano y esperando un " si quiero mi amor, te amo" unos ruidos me alertaron. Entre gritos y ensangrentado un tipo salió de detrás de un árbol, miré hacia atrás buscándote con la mirada ya te habías ido mi amada, un dolor intenso me atravesó, no era tu huída lo que me dolió sino el mordisco que un zombie me dió...
Ya desapareció... Ya la luz se apagó, pero sigo sintiendo muy en mi interior, ganas de ti y de la sangre que recorre tu corazón.
Tumbada en la cama te pienso y te anhelo, en mi regazo te siento y me imagino acariciando tu pelo.
Tú, tan cálida como el amanecer, tan dulce como la miel, tan fuerte como una guerrera, tan delicada como la línea que nos separa, tan divertida como el placer, tan sincera como mi amor por ti, mi chica de corazón superlativo, simplemente tú me das todo lo que necesito.
Al entrar en el metro, descubrió que el tiempo era suyo, ya no importaba ni el ruido ni lo rápido que fueran las cosas a su alrededor, ya no habían distracciones, ya no se asfixiaba con las prisas de la gente. Pudo sentir por un instante una extraña sensación de tranquilidad en su pecho, en medio, de lo que ya no era ajetreo. Aquella era su parada se abren las puertas y se baja del tren, mira a los lados, viéndolo todo y a la vez nada, siente una cálida brisa en su nuca, al fin... ahí está, ahí está... lo que tanto añoró, lo que tanto le costó... su libertad.