12 ene 2015

Cerebro VS Corazón



En el eje de la tempestad yace radiante y aparentemente joven la inteligencia de mi cuerpo, intentando plagar de sabiduría a los cándidos vaga por el torso  insatisfecho de su capacidad para convencer. Pues este cuerpo se ha convertido en un abismo invisible a cualquier ojo pero con actos temibles para todos, que hacen sospechar lo que alberga en mi seno. El núcleo de alma, el foco del dolor escondido tras un nombre: corazón.

Mi juicio insensato se confió de tan importante órgano del que depende sin cuestionar si quiera su propia sabiduría. Ahora se arrepiente como todas las criaturas mortales tras un error irremediable, llorando más que un mar de lágrimas por ella, llorando un océano de sangre, sintiéndolo tanto que ha inundado por dentro al orbe que lo sostiene y entre desperdicios de carne podrida, sangre y vísceras deambula flotando en este infierno de amor esperando un rescate que tardíamente llegará.

Me está sumiendo en la decadencia, como si fuese el demonio que ha emergido del infierno me oculta en la oscuridad sin pedir permiso para persistir, negándome toda inspiración, ilusión, excitación entre tantas obscenidades... todo lo que antes me dio en exceso me lo arrebata sin piedad, aún recuerdo cuando mi memoria desearía que aquellos momentos volviesen, en los que solo había una bella deshonra con aspecto de santidad, cuando mi lujuria pecaminosa ansiaba nuestros cuerpos desnudos entrelazados hasta formar uno solo, envueltos en el deseo, el placer y amándonos hasta que no podíamos más, muriendo una en la otra ahogadas por el dulce néctar del pecado.

Sucesos que desencadenaron mi abstinencia, arrebatándome hasta el mismo calor de la sangre y dejando mis palabras levemente descarnadas. En ocasiones con desgana indago en el pasado y ambiciosa deseo partes del ayer, para derramar la misma cantidad de sangre que hoy derramo de tinta de quién me profano.